miércoles, 23 de mayo de 2007

La grosería

(antes que nada voy a aclarar algo que no tendría por qué hacerlo: uno de los cientos de motivos por los que cerré FYT fue simplemente que ese blog tenía una publicación más o menos periódica que hacía que cuando me demoraba en la renovación de posts llovieran las protestas. Cuando empecé Dragon Lieder dejé en claro que solamente iba a ser renovado cuando tuviera auténticas ganas de escribir, ya fuera tres veces en el mismo día o tres veces en el lustro. Por favor evitense el trabajo de escribir para preguntar si lo abandoné -lo cual también puede pasar, por qué no- definitivamente, o si estoy de vacaciones, o si estoy en el baño).

El ecuánime periodista Gerardo Sotelo hizo mención días atrás en Radio Sarandí al insólito descaro de Rosales, el Comandante del Ejército, que le metió el peso al presidente Tabaré sin que a este se le moviera un músculo en su semblante de su cara de director de catequesis (y sin que tomara la menor medida de dignidad posterior), criticando al militar levemente por su persistente ausencia de autocrítica. Instantáneamente uno o uno de los fachos seniles que escuchan esa radio mandó un mail automático protestando acerca de por qué los pro-hombres del ejército tendrían que pedir perdón si no lo hacen esos tupamaros malvados como Mujica, Huidobro y Marenales. Sotelo le recuerda con acierto que los tupamaros sí han hecho una suerte de mea culpa respecto a las acciones violentas realizadas en contra de gobiernos democráticos (o similares), pero que sí hay organizaciones que nunca han pedido disculpas por sus fechorías de aquellos tiempos.

¿Quienes son, para Sotelo, los principales de estos violentos que se niegan a arrepentirse? ¿los colorados que nunca expulsaron al dictador Bordaberry de su partido y que reconocen haber engrosado las filas de organizaciones paramilitares que asesinaban estudiantes? ¿los blancos que colaboraron descaradamente con la dictadura? ¿los propios milicos? No, los irredentos para Sotelo son los integrantes del PVP, el Partido por la Victoria del Pueblo.

Bien, a mí -que no soy un sucio católico que cree que las acciones se compensan por completo con su confesión/admisión- los pedidos de perdón me importan tres soretes, sean del ejército, el MLN o la banda de los tumanes. Talk is cheap, decía el viejo pirata, y lo que importa es la justicia, el resto son apenas matices humanos. Pero dentro de la gente que debería pedir perdón; ¿justo se le ocurre al sacapartidos de Sotelo mencionar al PVP? ¿se puede ser tan servil de la teoría de los dos demonios como para cometer la asombrosa grosería de, en los mismos días en que aparecen nuevos datos que confirman el monstruoso exterminio -dentro de fronteras, al contrario de lo que se creyó durante años- de los integrantes de esa organización, de meterlos en la misma bolsa de responsabilidad que sus asesinos?

Solo mencionarlo hubiera sido bastante jodido, pero a Sotelo se le ocurrió fundamentarlo hablando sobre que el PVP había secuestrado a gente que no había cometido otro delito que el de tener dinero y que la habían (ahí se contuvo poco antes de decir "torturado") privado de sus derechos humanos, y como frutilla de la torta nombró la famosa y desaparecida bandera de los 33.

Hace cerca de un año Marcelo Pereira recordaba algo evidente para cualquiera que pueda manejar un calendario, algo que recientemente Roger Rodríguez volvió a subrayar y que debería ser enseñado en las clases de secundaria: el PVP habrá sido iluso y militarmente inoperante, pero esta suerte de guerrilla fue creada en Buenos Aires por Gerardo Gatti y León Duarte (ambos desaparecidos) en 1975, con el objetivo de combatir desde el exterior a la ya instalada dictadura militar. No fue casualidad que su acción más notoria -el PVP debe ser la única guerrilla que no llegó a matar gente- hay sido el robo de la bandera de los 33 Orientales, otra guerrilla que operó desde territorio argentino con el objetivo de liberar a la Banda Oriental de una dictadura. Es decir; ante todos los paradigmas históricos que nos han enseñado e incluso ante las convenciones de la ONU, los integrantes del PVP fueron combatientes de la libertad a los que incluso se podría considerar héroes nacionales. A causa de esto fueron masacrados con una saña inédita; secuestrados, violados, rotos, desaparecidos por decenas y, como si fuera poco, ignorados hasta por los tupamaros, siempre contentos de cooptar para su propia leyenda el aúrea de combatientes anti-dictatoriales. ¿Es esta gente, raptada de Buenos Aires en el marco del Plan Cóndor y desaparecida en medio de un misterio que sigue sin aclararse, sin que siquiera se sepa donde fueron a parar sus tristes huesos, la que debería pedir perdón según Sotelo? ¿Es Sotelo de esos cretinos que cuando aparece una nena violada pregunta qué ropa estaba usando o si provocó al violador de alguna forma? ¿Por qué no pide perdón él por decir semejante imbecilidad, tan ofensiva para tanta gente?

Parece que no, tres días después vuelve con su teoría y vuelve a hacer un paralelismo igualmente desagradable, reclamando que se sepa "dónde están los desaparecidos y dónde está la bandera de los 33". Igualito Sotelo, igualitos tus dos diablitos.